El FERRARI más exclusivo de los 60 reaparece con furia y nostalgia

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¿Qué hace al FERRARI 330 GTS el convertible más deseado del mundo? El FERRARI más exclusivo de los 60 reaparece con furia y nostalgia

Un FERRARI 330 GTS puede romperte el corazón o el bolsillo, pero nunca pasará desapercibido. Este descapotable ultra-raro de 1966, bañado en rojo pasión y con madera en las entrañas, parece más una joya renacentista que una máquina de velocidad. Es arte italiano en movimiento, pero también una bestia mecánica con alma de tenor.

Nunca fui muy creyente en el amor a primera vista… hasta que lo vi. Estaba ahí, con su nariz afilada y su mirada de felino elegante: el Ferrari 330 GTS, esa criatura mítica de la época dorada de Maranello, con apenas cien ejemplares fabricados. Y ahora, casi seis décadas después, vuelve al escenario con un rugido suave pero inconfundible: 300 caballos de potencia contenidos en un V12 de 4 litros, esperando su próximo dueño… por el módico precio de £1.4 millones.

Pero esto no es solo una historia de cifras y caballos. Es un viaje por la historia, la obsesión y la belleza que desafía al tiempo.

El susurro del motor y el crujido de la madera

Sí, tiene madera. Literalmente. El volante y el salpicadero están hechos con ese cariño artesanal que hoy solo sobrevive en los talleres más románticos o en las novelas de época. Madera que huele a aceite y a gloria. Madera que cruje cuando giras con fuerza en las curvas como si susurrara historias de curvas tomadas en la Riviera italiana o en las colinas de California.

Y qué decir de ese Nero Franzi tapizando los asientos. Suena a nombre de tenor, pero es cuero. Cuero negro, elegante, de los que no te invitan a sentarte: te obligan a hacerlo. Y una vez dentro, rodeado de agujas analógicas, cables invisibles y herrajes de los años buenos, te das cuenta de que esto no es un coche. Es una cápsula del tiempo.

“Un auto es solo una máquina, hasta que tiene alma”

Del asfalto italiano al garaje californiano

El 330 GTS nació para la élite. Diseñado por Pininfarina, con líneas más suaves que una sinfonía de Puccini y una agresividad medida que solo los Ferrari sabían transmitir sin despeinarse. Y este en concreto, el chasis número 9369, fue mimado desde su primer aliento. Entregado nuevo a Luigi Chinetti Motors en 1967, pasó por las manos de coleccionistas como si fuera un secreto bien guardado, acumulando millas con una timidez casi británica: apenas 50.000 en total.

Pero no todo fue glamour. En los años 80 le dieron un retoque estético. Nada radical, solo una puesta a punto para que el rojo “Rosso Corsa” volviera a brillar como si acabara de salir de Maranello. Y en los 90, tras un paso por manos californianas, le instalaron aire acondicionado de fábrica. Porque hasta las leyendas sudan, sobre todo en la Costa Oeste.

Después, silencio. Diecisiete años de amor silencioso en una sola colección privada. Hasta hoy.

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Un rugido en Sotheby’s

Ahora, como salido de un sueño que mezcla aceite, cuero y nostalgia, el Ferrari 330 GTS saldrá a subasta en RM Sotheby’s en Miami, un evento que se anuncia como “el máximo lujo del Este americano”. No es cualquier subasta. Aquí no se ofrecen coches. Se ofrecen reliquias, inversiones, pasiones. Y el GTS estará ahí, brillando como un rubí con ruedas, listo para cambiar de manos por entre 1.6 y 1.8 millones de dólares.

Pero hay algo más que cifras en juego. Está certificado por Ferrari Classiche, lo que significa que mantiene su motor original, su carrocería, su caja de cambios y hasta su diferencial. Es como encontrar un Stradivarius que nunca fue modificado: pura autenticidad, sin cirugía estética.

“Lo perfecto no necesita mejoras, solo un lugar donde brillar”

Enzo, Alfa y la necesidad de hacerlo todo a su manera

Claro que nada de esto sería posible sin ese señor testarudo y elegante llamado Enzo Ferrari. Un tipo que empezó en Alfa Romeo, creó Scuderia Ferrari para los pilotos amateurs, y acabó fundando su propio imperio tras pelearse con todos. Porque Enzo era así: no construía coches, fabricaba leyendas.

Durante la guerra, su empresa hacía motores de avión y herramientas para el ejército. Pero después… oh, después vino la ópera: el 125 S, el primer Ferrari con motor V12. Y desde entonces, carrera tras carrera, curva tras curva, el apellido Ferrari pasó de los circuitos al Olimpo de la velocidad.

El 330 GTS pertenece a esa era dorada. A ese momento exacto en el que los coches aún olían a metal y no a plástico. En el que conducir era un acto íntimo, casi religioso.

Cuando la belleza no se disculpa

El 330 GTS no es políticamente correcto. No pide perdón por gastar gasolina ni por rugir más alto que el resto. No lleva sensores de aparcamiento, ni pantallas táctiles, ni ayuda de conducción. Solo tú, la carretera, y doce cilindros que te gritan “¡vive!”.

Es un coche que podría ofender a los algoritmos, pero enamorar a los poetas.

¿Y qué tiene eso de malo?

Como escribió Cesare Pavese, uno de esos italianos melancólicos que siempre tenían razón:

“Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”

Pues sí. Pero mientras tanto, que nos encuentre al volante de un Ferrari como este, con el sol en la cara y la madera crujendo bajo nuestras manos.

Enlaces embebidos naturales

Este coche será subastado durante el evento de RM Sotheby’s en Miami, descrito como “el máximo lujo del Este americano”, con una selección exclusiva de “coleccionables blue-chip”.

Y como se cuenta en esta crónica de The Sun, la historia de este Ferrari es un testimonio de pasión, diseño y obsesión mecánica.

¿Y ahora qué?

¿Quién será el próximo en poseer esta criatura? ¿Un jeque nostálgico? ¿Un coleccionista con más garajes que recuerdos? ¿O quizás alguien que, como yo, crea que lo bello no necesita justificaciones?

Porque si hay algo que este Ferrari nos recuerda es que el futuro está muy bien… pero algunos sueños solo se construyen en el pasado.

 

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