Donald Trump, prometió hoy «destruir» una ley que limita la participación y el apoyo de las religiones estadounidenses a actividades políticas. Para él esto es una forma de garantizar la libertad religiosa. Para mi es facilitar aún más la corrupción posibilitando que los religiosos inviertan en políticos para que su acción les sea favorable, tal y como ya hacen las grandes empresas. Son pasos en la dirección contraria a lo que debiera.
«Me desharé (de ella) y destrozaré completamente la Enmienda Johnson» dice. «Y dejaré que nuestros representantes de la fe hablen de forma libre y sin miedo a represalias». Cualquiera diría que los religiosos no hablan ya de forma libre en cualquier parte del mundo. La Enmienda Johnson establece que los credos religiosos y otras organizaciones exentas de impuestos no pueden hacer campaña o respaldar claramente a aspirantes a cargos políticos. De no existir esta ley se abre la veda para que las poderosas corporaciones religiosas recluten y pongan en nómina a influyentes políticos, incluso financien campañas y a partidos enteros. ¿Alguien cree que no lo harán? Es más ¿alguien cree que no lo hacen ya aún a pesar de las trabas? Curioso que este «señor» considere a los medios de comunicación peligrosos para la libertad de expresión y, sin embargo, crea que las religiones son favorables para que la gente se exprese con libertad.
Trump alertó de que la libertad de religión es «un derecho sagrado» y que hoy está «bajo amenaza», en EE.UU y en el resto del planeta. Cuando Trump habla de libertad de religión, hay que recordar, que solo se refiere a la suya, no a otras religiones que él considera peligrosas…