El Cruce de Tiempos
En un pueblo llamado Neotown, la vida transcurría entre dos eras. Una calle en particular, la Calle Retrofuturista, era famosa por ser el cruce de dos tiempos distintos. A simple vista, parecía una calle del viejo oeste americano, con sus edificios antiguos y señales de tiendas que evocaban épocas pasadas.
Sin embargo, algo en Neotown no encajaba con esa visión vintage. Por las carreteras, se podían ver coches que pertenecían claramente a otra época. Coches con diseños elegantes y colores brillantes que contrastaban con el polvo y la arquitectura del lugar.
Un día, un joven llamado Elian llegó a Neotown. Había oído hablar del famoso cruce de tiempos y quería verlo con sus propios ojos. Mientras caminaba por la Calle Retrofuturista, notó algo peculiar: la gente del lugar interactuaba de manera natural, sin importar de qué era provenían.
Elian entró en “Cowboy’s Smokehouse Café”, donde un robot con apariencia de vaquero preparaba café con una máquina de vapor. Mientras disfrutaba de su bebida, un anciano se sentó a su lado y comenzó a hablarle.
“¿Eres nuevo aquí, joven?” preguntó el anciano.
“Sí, vine a ver el famoso cruce de tiempos”, respondió Elian.
El anciano sonrió. “Lo que ves aquí es el resultado de un experimento. Hace décadas, científicos de nuestra era intentaron viajar al pasado. Sin embargo, en lugar de transportarnos, trajeron el pasado a nosotros.”
Elian miró a su alrededor, fascinado. “¿Así que todo esto es real? ¿No es solo una atracción turística?”
“Es tan real como tú y yo”, dijo el anciano. “El tiempo se fusionó en este lugar. Ahora, vivimos en una mezcla de pasado y futuro.”
Elian pasó días explorando Neotown, conociendo a sus habitantes y aprendiendo sobre su peculiar forma de vida. Descubrió que, a pesar de las diferencias evidentes, la gente de Neotown había aprendido a convivir y aprovechar lo mejor de ambos mundos.
Y así, en medio del desierto, en una pequeña ciudad donde el tiempo no tenía sentido, Elian encontró algo que no esperaba: un lugar al que llamar hogar.
