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La inteligencia artificial ya distorsiona la realidad en las fotos, ¿cómo reaccionas?
La inteligencia artificial ha comenzado a jugar un rol central en la manera en que percibimos la fotografía, alzando dudas sobre la fidelidad de lo que vemos y, más allá, sobre la misma noción de la realidad visual. Las cámaras fotográficas, que durante décadas se han visto como dispositivos que capturan la verdad, ahora se han convertido en herramientas con un poder casi ilimitado para alterar y recrear imágenes. Y es que la inteligencia artificial, como todo buen alquimista, ha descubierto la receta para transformar lo real en lo virtual. ¿Pero acaso lo falso puede ser tan convincente que terminemos creyéndolo?
¿Qué vemos cuando no vemos la verdad?
Pocas veces, en la historia de la humanidad, una tecnología ha sido capaz de difuminar la línea entre lo real y lo fabricado con tanta maestría. Las herramientas de edición digital, alimentadas por algoritmos de inteligencia artificial, permiten que cualquier imagen capturada pueda ser modificada en cuestión de segundos. En este proceso, lo capturado y lo creado empiezan a mezclarse.
Pero, ¿qué significa para la fotografía esta nueva era de alteración digital? La fotografía siempre ha sido una representación de la verdad, o al menos así nos la han vendido. Las imágenes capturadas eran una ventana a momentos irrepetibles, a personas y paisajes que ya no existirán igual. ¿Qué pasa cuando podemos cambiar el cielo de una foto de día a noche con un simple comando? O peor aún, cuando podemos añadir o eliminar personas de una foto sin dejar rastro alguno.
En la era de la inteligencia artificial, lo auténtico pierde su valor ante lo estéticamente mejorado. Como señalaba el autor de este artículo, después de años de experiencia detrás del lente, desde su primera cámara hasta el uso del iPhone 13, ha vivido la evolución de la fotografía, pero lo que ahora enfrenta es una transformación mucho más profunda. En su experiencia, ha tenido la oportunidad de limpiar fotos, de “arreglar” aquello que no salió bien en la toma original, como el ex-cónyuge incómodo en una reunión familiar. Pero lo que hace la IA va mucho más allá: cambia la percepción completa del mundo capturado.
¿Cuánto control queremos sobre la realidad?
No es casualidad que las grandes compañías tecnológicas como Google, Samsung y Apple estén compitiendo por dominar este nuevo campo de la manipulación de imágenes. En un mundo en el que ya no solo se toman fotos, sino que se fabrican, la pregunta clave no es “qué puedes hacer con una imagen”, sino “¿qué deberías hacer?”
Tomemos el ejemplo de la reciente herramienta “Reimagine” de Google. Esta nueva función permite a los usuarios seleccionar cualquier objeto no humano de una foto y sustituirlo por lo que deseen. ¿Quieres que tu césped lleno de hojas parezca un campo de flores salvajes? Listo. ¿Preferirías que el cielo nublado en tus vacaciones se convierta en un atardecer impresionante? No hay problema. Y si alguien quisiera eliminar algo más, como los rastros de un mal recuerdo o la evidencia de un error, también lo puede hacer. El poder de “reimagine” no está solo en lo que puede crear, sino en lo que puede ocultar.
Pero, ¿hasta qué punto estamos preparados para estas herramientas? Algunos periodistas que han tenido la oportunidad de probarlas se sorprendieron con lo fácil que es romper los límites de lo permitido, generando imágenes perturbadoras o, incluso, engañosas. Al final, quien no tenga buenas intenciones puede hacer uso de estas tecnologías para alterar la realidad y presentar algo que nunca existió.
El dilema ético: ¿Estamos listos para esta nueva era?
Con esta capacidad casi ilimitada de alteración de imágenes, surgen una serie de interrogantes éticas. En el fotoperiodismo, por ejemplo, donde la integridad de la imagen ha sido un pilar fundamental, la manipulación digital plantea serias preocupaciones. Si bien un pequeño retoque para eliminar una mancha de luz puede parecer inofensivo, la posibilidad de cambiar elementos fundamentales en una imagen sin dejar rastro es un territorio completamente diferente. ¿Qué será de la credibilidad en las imágenes de eventos históricos, políticos o sociales cuando ya no sepamos si lo que vemos es real?
Es urgente desarrollar códigos éticos claros para el uso de la inteligencia artificial en la fotografía, especialmente en campos tan delicados como el periodismo y la documentación. La manipulación de imágenes puede usarse para engañar a las masas, alterar la historia y desdibujar los límites de lo que consideramos “real”.
El futuro ya llegó, y está lleno de filtros
Al mismo tiempo que la IA plantea desafíos éticos, también ofrece una visión intrigante del futuro de la fotografía. Las cámaras del mañana ya no serán simples herramientas para capturar imágenes, sino dispositivos inteligentes que podrán optimizar cada toma de manera automática. Imagínese cámaras que eligen el mejor encuadre, corrigen la luz o incluso sugieren composiciones antes de tomar la foto. Las posibilidades creativas son infinitas.
El autor experimenta con su cámara clásica y la transforma, a través de IA, en un objeto futurista, uno que fusiona la tradición con las nuevas capacidades tecnológicas. Este es el nuevo “futurismo” de la fotografía: un arte que ya no depende solo del ojo del fotógrafo, sino de los algoritmos que interpretan la realidad y la transforman en algo mejor, más atractivo y más vendible.
Pero este “futuro” de la fotografía también trae consigo el riesgo de perder el sentido original del arte: la captura de un instante fugaz, irrepetible, que refleja una verdad única. ¿Queremos vivir en un mundo donde cada imagen es “mejorada” hasta el punto de volverse irreconocible?
La IA está aquí para quedarse, y con ella vienen tanto oportunidades como responsabilidades. En este nuevo paisaje digital, la verdad será un concepto más difícil de definir. Como espectadores, será crucial que aprendamos a dudar de lo que vemos, y como creadores, que seamos conscientes de los límites que cruzamos al manipular imágenes.
Entonces, ¿qué queda de la verdad? ¿Está la fotografía destinada a convertirse en un juego de ilusiones, o podemos encontrar un equilibrio entre lo real y lo digital? ¿Estamos listos para aceptar la realidad alterada como la nueva norma, o es hora de detenernos y reconsiderar hasta dónde queremos llegar?
Origen: Wither the Camera/Photograph as Machines of Truth/Reality