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Los hombres pez que conquistaron la ciencia ficción ¿Por qué los hombres pez siguen fascinando a escritores y artistas?
Estamos en pleno verano, y aunque el calor invita a pensar en mares tranquilos, yo no puedo dejar de imaginar esas aguas oscuras donde habitan criaturas con agallas, escamas y ojos que nunca parpadean. Los hombres pez. El término, tan simple, arrastra siglos de miedos y fantasías: del mito marino al pulp de los años setenta, del horror gótico a la ternura inesperada de un ser que, en vez de devorarte, te salva de ahogarte. No hay nada más inquietante que algo casi humano… y nada más irresistible para la ciencia ficción.
Lo curioso es que este tipo de criatura no se encierra en un molde único. Algunos vienen del horror más puro, como los habitantes de Innsmouth o la mítica Criatura de la Laguna Negra. Otros son casi héroes acuáticos, amistosos y serviciales, como si el mar los hubiera parido para recordarnos que también bajo las olas existe la compasión. En medio, toda una galería de interpretaciones que han llenado portadas de revistas, novelas y cómics con criaturas verdosas, húmedas y en ocasiones peligrosamente atractivas.
Origen: Fish-People
la era dorada de los hombres pez en el arte retro
Hace tiempo que la ciencia ficción descubrió que, si quieres un monstruo memorable, dale forma humana y luego distorsiónalo con lo que el espectador teme del mar: agallas, membranas, ojos muertos. Jack Gaughan, por ejemplo, jugó con esa mezcla en 1967, dibujando para King of the World’s Edge unas criaturas acuáticas que, en vez de devorar vikingos, los rescataban. Una inversión deliciosa del cliché.
Dean Ellis, en 1975, afinó el diseño con su portada para Red Tide. Un hombre pez perfecto: alienígena pero reconocible, elegante y letal al mismo tiempo. Y si hablamos de impacto, Frank Frazetta dejó huella con su portada para Creepy #97 en 1978, reciclada de una obra previa de 1966. Frazetta no pintaba monstruos: pintaba amenazas vivas, con músculos tensos y miradas que parecían juzgarte por haber entrado en su territorio.
Boris Vallejo, en The Gates of Creation de 1977, dio a su criatura un aire más mitológico que alienígena, mientras que los hermanos Hildebrandt prefirieron acercarse a lo fantástico puro en Eyes of the Overworld. En todas ellas, el hombre pez es un espejo deformado del ser humano: reconoce tu forma, pero no tu naturaleza.
«El miedo empieza cuando el reflejo no devuelve tu rostro».
cuando el agua se tiñe de sangre
El lado más oscuro lo exploraron artistas como Sebastià Boada, cuya portada de 1974 para Nightmare #19 era un festival de horror gótico: castillo, tormenta y un ser con aletas que más que nadar parecía acechar. Vicente Segrelles, en 1979, llevó el concepto al extremo con Das Ding ist da!, una criatura descomunal que ocupaba toda la portada, mitad pesadilla marina, mitad fuerza bruta.
Y si hablamos de incomodidad, Melvyn Grant gana la partida en The Fallible Fiend. No es la violencia explícita lo que hiela la sangre, sino esa expresión de “me has pillado” en un monstruo con bigotes de bagre. Hay algo perturbador en imaginar que una criatura así pueda avergonzarse, como si tuviera conciencia… y aun así te atacara.
los guardianes del océano
Pero no todo es horror. Hay un subgénero encantador donde el hombre pez no quiere tu carne, sino tu compañía. Jack Gaughan, en 1968, lo convirtió en un protector juguetón en Worlds of Fantasy. Vic Prezio, en 1969, dibujó a una hembra con cabello de algas y una cría gruñona, como una escena de drama familiar submarino.
Darrell K. Sweet, para Red Planet de Heinlein, rompió todos los esquemas con un hombre pez de tres patas y múltiples ojos, recordándonos que lo alienígena no necesita ser amenazante para ser fascinante. Klaus Bürgle, en Der Wasserplanet, fue más allá: un hombre pez montado sobre un delfín, un caballero marino que parecía salido de una leyenda perdida.
«Bajo el agua también hay héroes, pero no siempre llevan espada».
el mito que no muere
No podemos olvidar al clásico absoluto: el Creature From the Black Lagoon. Desde la pinball machine con colores vibrantes hasta los conceptos inéditos que Vincent Di Fate ideó en 2006 para un remake que nunca vio la luz, esta figura es la realeza indiscutible del reino anfibio. Y luego está la joya del disparate: el concepto de Jack Kirby para un uniforme futurista de los Green Bay Packers, con jugadores-hombres pez listos para el touchdown.
Aquí es donde uno se pregunta: ¿qué es lo que realmente nos atrae de estas criaturas? Quizá sea su ambigüedad. Son lo bastante humanas para reconocernos en ellas, pero lo bastante ajenas para recordarnos que el mar, como el espacio, es un territorio donde seguimos siendo intrusos.
“El agua guarda secretos que la tierra no sabe nombrar”
En la ciencia ficción, el hombre pez funciona como puente entre dos mundos. Puede ser monstruo, salvador, testigo, amante o verdugo. Puede estar dibujado en la portada de un pulp olvidado o protagonizar un blockbuster moderno. Y aunque cambien las modas y los estilos, siempre vuelve a emerger. Porque, admitámoslo, hay algo irresistible en la idea de que bajo nosotros, en esa negrura líquida, viven criaturas que podrían subir a buscarnos.
Y si un día llaman a la puerta… ¿estaremos listos para abrir?
Originally posted 2025-08-13 07:50:52.