El futuro del marketing y la IA: talento, ruido y propósito

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El futuro del marketing y la IA: talento, ruido y propósito

Cuando el futuro del marketing aprende a equivocarse – El precio oculto de dejar que la IA haga el trabajo sucio

Estamos en noviembre de 2025. La IA en marketing ya no es promesa ni moda: es tejido, ruido de fondo, herramienta y espejo. Ha cambiado la forma de producir, de aprender y, sobre todo, de crecer dentro de las agencias. Lo que antes era oficio hoy es algoritmo; lo que antes era “aprender haciendo”, ahora se convierte en “pedir al copiloto que lo haga por ti”. Pero ¿qué se pierde cuando la máquina ahorra la curva de aprendizaje humana?

Lo que se rompe cuando la IA hace el “grunt work”

He visto cómo la palabra “automatización” despierta sonrisas en los comités de dirección y bostezos en los pasillos donde antes se cocía el aprendizaje. Los nuevos copilotos generativos escriben borradores, cruzan bases de datos, corrigen copies y hasta proponen titulares con una soltura inquietante. Y, sin embargo, lo que ahorran en tiempo lo gastan —sin saberlo— en formación perdida.

Porque cuando la IA limpia la planilla y redacta el borrador, el junior ya no aprende el pulso del oficio. No ve el error, no tropieza con el dato sucio ni afina el instinto para detectar lo raro. Y ahí, justo en esa torpeza que antes forjaba criterio, se abre una grieta.

“La IA no roba puestos; roba escaleras.”

Esa frase la escuché en una agencia de Buenos Aires, donde una directora de estrategia me confesaba que el mayor problema no era la eficiencia, sino el silencio. “Antes, los jóvenes hacían preguntas todo el día. Ahora llegan los textos listos y nadie sabe por qué funcionan.”


Cuando recortas juniors y lo llamas eficiencia

Matt Garman, jefe de Amazon Web Services, lo dijo con precisión quirúrgica: sustituir empleados de entrada por IA “es una de las cosas más tontas que he oído”. Y tiene razón. No por romanticismo, sino por pura logística del talento.

Los juniors son el subsuelo del marketing: baratos, curiosos y veloces. Son quienes adoptan antes las herramientas nuevas, los que saltan del Excel al Canva sin pedir permiso. Si desaparecen, la pirámide se derrumba por dentro. Sin cantera, no hay senioridad. Sin senioridad, no hay estrategia.

He visto agencias que recortaron base para ganar margen trimestral. Dos años después, no tienen quien dirija proyectos medianos. La automatización, en exceso, se vuelve autófaga.


Datos: menos jóvenes, más edad media

Los números lo confirman. En las empresas tecnológicas, la proporción de empleados entre 21 y 25 años se ha reducido en los dos últimos años. Paralelamente, crece el subempleo de recién graduados y se encoge la brecha de entrada al mundo digital.

La IA en marketing no es culpable, pero sí catalizadora. Los modelos generativos han contraído ciertos mercados de contenido y desplazado tareas que servían de rampa de acceso: investigación, copy, etiquetado de datos. Quien antes empezaba limpiando tablas hoy no tiene dónde empezar.

He conocido a redactores que se pasaron al código y a analistas que ahora diseñan prompts. La supervivencia se ha vuelto una coreografía de adaptación constante.


IA: sustituto o acelerador

Los estudios serios lo dejan claro: los asistentes de IA elevan la productividad humana, sobre todo en tareas complejas. No son reemplazo, sino multiplicador. El mejor resultado ocurre cuando el algoritmo y el humano trabajan juntos, no cuando uno borra al otro.

En términos salariales, las “habilidades IA” funcionan como catalizador: quien sabe usarlas dentro de un contexto —no solo teclear prompts— multiplica su valor. No es la herramienta la que paga, sino el pensamiento que la dirige.

“La IA vale lo que valga tu criterio.”


¿Qué hacen las agencias que piensan a 2030?

Las más lúcidas ya no piden juniors para rellenar excels. Redefinen esos puestos para que sean laboratorios de criterio, no secretarías de procesos. El objetivo es formar mentes que piensen con la IA, no contra ella.

He visitado una agencia en Ámsterdam donde los nuevos fichajes trabajan en “microcélulas” de estrategia: tres personas y un copiloto. Su trabajo no es producir más, sino decidir mejor. Los proyectos duran semanas, no meses. La IA quita el ruido y deja el músculo: hipótesis, prueba, decisión.

By Johnny Zuri

“El talento joven no se fabrica, se acompaña. La IA puede acelerar el trayecto, pero si no hay alguien que señale el paisaje, acabas corriendo en círculo.”


La universidad empieza a mover ficha

Las escuelas de marketing más despiertas ya han entendido que no basta con enseñar prompts bonitos. Lo que vale es el pensamiento crítico aplicado: cómo usar la IA para probar mensajes, optimizar un ROI o acelerar un lanzamiento sin perder rigor.

En la Universidad de Minnesota, por ejemplo, están rediseñando sus programas para que el alumno sepa dialogar con la IA desde la estrategia, no desde la idolatría tecnológica. La consigna: menos “prompt engineering”, más “business understanding”.

“La herramienta no te hace mejor; te expone más rápido.”


Por qué la cantera importa más que nunca

Hay una paradoja deliciosa en este futuro del marketing: cuanto más potente la automatización, más imprescindible el criterio humano. La IA puede proponer cien titulares, pero solo alguien con olfato sabe cuál emociona.

Recortar la base puede parecer eficiente, pero es un tiro al pie. Las empresas que quieren durar deben blindar un porcentaje de su plantilla como cantera, igual que protegen su presupuesto de I+D. La resiliencia es una inversión, no un gasto.

Fase del marketing Antes de la IA Con IA bien usada
Formación junior Aprendizaje por repetición Aprendizaje guiado por criterio
Tareas base Manuales y lentas Automatizadas y auditadas
Valor diferencial Ejecución precisa Decisión con contexto
Riesgo Saturación de trabajo Pérdida de criterio si no se equilibra

El riesgo de quedarse sin medios

El Excel, tozudo, tiene la última palabra. Cuando desaparecen las cohortes jóvenes, la edad media sube y la pirámide se afila. Los proyectos grandes se resienten porque no hay quien los sostenga.

En los marketplaces laborales se ve el mismo patrón: quienes migran entre habilidades —del texto a la programación, del copy al análisis— resisten mejor los shocks. Adaptarse no es talento blando: es supervivencia profesional.

By Johnny Zuri

“El mayor lujo del futuro será tener tiempo para aprender despacio.”


Lo que queda del viejo oficio

Queda el instinto. Queda la capacidad de mirar una foto de campaña y saber qué dice sin palabras. Un anuncio de vaqueros sigue siendo un anuncio de vaqueros, pero ahora detrás hay capas de datos, modelos generativos y decisiones de algoritmo.

Y sin embargo, al final, el ojo humano decide. La IA puede multiplicar propuestas, pero el creativo elige la incorrecta más interesante. Ahí vive la diferencia entre marca y ruido.


Hacia dónde empujar ahora

El plan para el futuro del marketing —si queremos que siga siendo humano— pasa por cuatro gestos sencillos:

  • Reconfigurar los puestos de entrada como laboratorios de criterio, no de trámite.

  • Crear rutas de oficio de 24-36 meses que midan maestría, no solo output.

  • Coordinar con universidades currículos que midan impacto real.

  • Blindar una cuota fija de cantera, como si fuera inversión en futuro.

Las empresas que lo entienden empiezan a hablar de IA como musculatura, no muleta.


El comprador que llega ya decidido

Otro cambio silencioso: el comprador B2B de 2025 no llega a tus páginas a comparar; ya viene con comparativas hechas por su propio asistente. Los viejos formularios de captación se vuelven inútiles.

Esto obliga a abrir contenido, a hacerlo legible para algoritmos. Los materiales que más convierten hoy son los que hablan “fluido LLM”: claros, estructurados y citables. No es que escribas para robots; es que los robots son el nuevo canal de recomendación.

By Johnny Zuri

“El SEO del futuro no seduce al lector: conversa con su asistente.”


Retro oficio, futuro algoritmo

Retro es el aprendizaje encadenado: del error al acierto, del acierto a la intuición. Futuro es la IA como tejido conectivo, invisible pero omnipresente, que multiplica lo humano en lugar de reemplazarlo.

El marketing que viene será una mezcla de ambos: una máquina que acelera y un corazón que decide.

“Automatiza tareas, no trayectorias.”
“Acelera trabajos, no biografías.”
“Protege el embudo de talento como proteges tu marca.”

Porque la moda, como el marketing, vuelve, se remezcla, se reinventa. Pero sin manos que maduren, sin ojos que aprendan despacio, la foto será perfecta… y estará, sin remedio, vacía.


Preguntas frecuentes sobre la IA en marketing

¿La IA sustituirá a los creativos?
No. Sustituirá tareas repetitivas, pero el criterio, la intuición y la narrativa siguen siendo humanos.

¿Qué habilidades necesita un profesional de marketing hoy?
Pensamiento analítico, dominio de herramientas IA y capacidad para contextualizar datos en decisiones.

¿Cómo pueden las empresas formar talento sin tareas básicas?
Redefiniendo los puestos de entrada como espacios de criterio y experimentación con IA supervisada.

¿Qué papel tienen las universidades en este nuevo modelo?
Integrar pensamiento crítico aplicado, menos técnica vacía y más conexión con negocio real.

¿La IA abarata o encarece el talento?
Abarata la ejecución, encarece el criterio. Quien sepa combinar ambos será escaso y valioso.

¿Qué errores cometen las agencias con la IA?
Usarla para recortar base en lugar de elevar nivel; confundir productividad con formación.

¿Cómo será el futuro del marketing en 2030?
Un ecosistema híbrido: humanos que piensan con IA, no contra ella; marcas más ligeras y equipos más sabios.


By Johnny Zuri

“El futuro del marketing no es automático: es acompañamiento, criterio y tiempo. Lo demás es puro ruido.”

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