CONTENIDOS
¿Puede un club cambiar la historia de Ibiza? ES PARADIS cumple 50 años como templo futurista de la música
Estamos en el verano de 2025, en Sant Antoni de Portmany, Ibiza. Las cigarras aún chirrían al caer la tarde, pero el rumor que vibra en el aire es otro: el de la celebración del 50 aniversario de ES PARADIS, la discoteca que —como diría Lluís Güell— no fue construida, sino consagrada.
ES PARADIS no es solo una discoteca, es una cápsula del tiempo envuelta en mármol blanco, coronada por una pirámide de cristal y sostenida por columnas que podrían haber sido esculpidas por los mismísimos dioses de la bacanal. ¿Exagero? Tal vez. Pero en un mundo donde el ocio se ha vuelto plástico y digital, este lugar sigue latiendo con corazón humano. Aquí, la noche no se consume; se celebra.
«Hay lugares que no envejecen. Se vuelven eternos.»
Todo empieza en 1975, cuando Pepe Aguirre, el empresario ibicenco con ojo de halcón, se cruza en el camino de Lluís Güell, el arquitecto místico salido del seminario de Girona que soñaba con templos paganos donde el arte no se contemplara, sino se viviera. El resultado: un espacio que mezcla lo litúrgico con lo hedonista. Un jardín musical con pabellones donde los sentidos no se distraen: se alinean.
La visión original era tan pura que muchos en la isla murmuraban: «Esto no es para los turistas. Es demasiado bonito. Un tesoro solo para los de aquí». Y así fue durante años, un secreto a voces en la cúspide de la Ibiza más auténtica.
La pirámide, el agua y la eternidad
Hasta 1990, ES PARADIS era un club al aire libre, un oasis de mármol y palmeras bajo el cielo ibicenco. Pero cuando la normativa de ruidos obligó a cubrir el recinto, no se construyó un techo: se alzó una pirámide de cristal con techo retráctil, una joya de la ingeniería y el simbolismo. Era como si Egipto hubiera aterrizado en Baleares para bailar house hasta el amanecer.
Desde entonces, el club no solo se adapta al clima: se funde con él. Las noches calurosas, el techo se abre. La brisa mediterránea entra. Las estrellas se cuelan entre los focos. Y tú, en la pista, no sabes si estás en una rave o en un sueño griego.
Pero si hay algo que define a ES PARADIS, eso es su Fiesta del Agua. Cuarenta años de historia y sigue siendo la experiencia más delirante de la isla: 80.000 litros de agua, una pista convertida en piscina, himnos como “It’s Raining Men” sonando mientras chorros de agua brotan del suelo como si Zeus hubiera soltado el grifo.
Y lo mejor: no es solo una fiesta. Es una idea. Una provocación. Una reinvención del baile. Un espectáculo donde el club se transforma en performance y tú, sí tú, acabas empapado de historia.
«Cuando el agua cae, el tiempo se detiene.»
Arquitectura emocional y tecnología que no se nota
La palabra mágica aquí es «emocional». Porque lo que ha hecho grande a ES PARADIS no es solo su forma; es cómo te hace sentir. Sus tres ambientes, sus zonas VIP, sus diez barras distribuidas con lógica de relojería suiza… todo está pensado para no romper el hechizo.
La tecnología está, pero no grita. Está en el sonido envolvente, en la climatización inteligente, en los sistemas de luz LED que pintan la noche sin quitarle misterio. A diferencia de clubs como UNVRS, que apuestan por el espectáculo digital, aquí la innovación es silenciosa, orgánica, humana.
Porque en un mundo saturado de pantallas y avatares, la autenticidad se ha convertido en el último lujo. Y ES PARADIS lo ofrece en cada piedra, cada gota, cada beat.
Güell y su trilogía pagana
Pero no se puede hablar de ES PARADIS sin hablar de su creador espiritual: Lluís Güell. Su obra en Ibiza no termina aquí. Él también fue el arquitecto del mítico Café del Mar, ese altar chill-out frente al mar donde las puestas de sol se volvieron religión, y del olvidado pero visionario Summum, donde el DJ estaba elevado en un altar antes de que eso se volviera mainstream.
Esa trilogía de templos no solo cambió Ibiza: la redefinió. Le dio una arquitectura con alma. Un estilo que mezclaba lo clásico con lo futurista, lo sagrado con lo salvaje.
«No es arquitectura. Es alquimia de piedra, luz y ritmo.»
El futuro es un espejo del pasado
Durante cinco décadas, ES PARADIS ha sido un camaleón fiel a su piel. En los 80 vibró con el house. En los 90 flotó con el trance. En los 2000 abrazó el pop electrónico. Hoy mezcla lo urbano con lo clásico sin despeinar su esencia.
Y lo que viene no es menos ambicioso. Porque sí, el club está apostando por tecnologías sostenibles. Está explorando sistemas de recirculación de agua, filtración avanzada, energías renovables. Pero todo eso sin perder su carácter. Sin dejar de ser lo que siempre fue: un templo para los sentidos.
¿Que si 80.000 litros de agua para una fiesta en pleno Mediterráneo es polémico? Sí. Pero también puede ser una oportunidad. Porque si logran convertir esa celebración en una experiencia carbono-neutral, no solo estarían adaptándose: volverían a liderar.
El aniversario que fue un manifiesto
El pasado julio, ES PARADIS celebró su 50 aniversario con una fiesta de 13 horas que fue más bien un manifiesto. No fue solo nostalgia, fue una declaración de permanencia. Un mensaje claro: aquí seguimos, más vivos que nunca.
Vinieron clubbers de todas las épocas. DJ’s de culto. Vecinos que vieron nacer el club. Turistas que no entendían nada y acabaron bailando como si entendieran todo. Y al amanecer, cuando el techo se abrió y la primera luz del sol tocó las columnas mojadas de mármol, entendimos todos lo mismo: el paraíso sigue aquí.
¿Y ahora qué?
El tiempo dirá si ES PARADIS se convierte en museo, en franquicia o en mito. Pero por ahora, cada sábado, cada Fiesta del Agua, cada vez que una canción clásica se mezcla con una base trapera, la historia se sigue escribiendo. No en tinta. En luz. En agua. En sudor. En cuerpos que bailan.
Y quizás, solo quizás, esa sea la mejor manera de hacer historia: no contarla, sino bailarla.
«Los templos verdaderos no tienen paredes. Tienen música.»
“La arquitectura es el gran libro de la humanidad.” (Victor Hugo)
“Bailar es soñar con los pies.” (Constanze Mozart)
¿Y tú? ¿Estás listo para mojarte en un club donde el tiempo no pasa, solo se transforma?
[…] ES PARADIS cumple 50 años como templo futurista de la música […]