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Adidas Superstar renace en Londres con un espectáculo inmersivo inolvidable. El regreso de Adidas Superstar conquista Oxford Street con estilo monocromo
Estamos en pleno verano en Londres y la palabra Adidas Superstar retumba entre los escaparates, las pantallas gigantes y las conversaciones callejeras como si nunca hubiera desaparecido. La zapatilla de la puntera de goma, que durante décadas ha marcado la pauta en el vestir urbano, acaba de reaparecer con un gesto contundente: un relanzamiento junto a OFFICE, envuelto en un evento inmersivo que más que presentación parece una declaración de intenciones.
La escena es tan deslumbrante como inesperada. Oxford Street se convierte durante varios días en un escenario monocromo, negro y blanco, donde miles de personas entran y salen como si visitaran un templo contemporáneo del calzado. La marca decide no limitarse a mostrar un producto, sino levantar una experiencia sensorial con música, gastronomía, arte y tecnología. El resultado es una cita que no solo reaviva la pasión por el clásico, sino que lo coloca de nuevo en el centro de la cultura urbana.
El mito que nunca se marchó
Hace tiempo que las Adidas Superstar dejaron de ser simplemente zapatillas. Nacidas en los años setenta, con esa puntera de goma que parecía un capricho técnico y terminó siendo un icono estético, se convirtieron en seña de identidad de músicos, artistas callejeros, deportistas y adolescentes que encontraban en ellas un uniforme de libertad. Durante medio siglo se han mantenido vivas, no como un modelo más en un catálogo, sino como una especie de pasaporte cultural.
La nueva estrategia no busca cambiar esa esencia. Al contrario: la potencia. El espacio escogido no es casual. Future Stores, esa mole vanguardista de casi cinco mil pies cuadrados en Oxford Street, se inaugura como un escaparate de experiencias, más cercano a una galería de arte que a una tienda tradicional. Allí, la monocromía domina paredes, pantallas y hasta la comida, con hamburguesas negras y cócteles blancos que parecen sacados de un sueño estilizado.
“La Superstar regresa reimaginada, reenergizada y con la mirada puesta en la moda de alto nivel”, sentencia Amanda Davenport, responsable de marketing y activaciones de Adidas en el norte de Europa. Sus palabras suenan como un juramento: la clásica silueta no es una reliquia, sino una pieza viva, capaz de hablar el idioma del presente.
La noche en que todo comenzó
El arranque fue un banquete para unos pocos privilegiados. Ciento cincuenta invitados entre periodistas, celebridades y prescriptores digitales recibieron pases que parecían llaves de acceso a una sociedad secreta. Dentro les esperaba un mundo en blanco y negro donde hasta los donuts tenían un aire solemne. La música en vivo se mezclaba con cócteles personalizados, y las bolsas de regalo parecían cofres: un tote de edición limitada, un chándal Firebird y calcetines Superstar.
Aquella velada no era una fiesta sin más. Era un guiño a la exclusividad, a la idea de que estas zapatillas no se presentan, sino que se celebran. Un refrán castellano dice: “Lo bien hecho, bien parece”, y esa noche la frase flotaba en cada rincón.
El turno del público
Después llegó la apertura general, y la fiesta privada se convirtió en carnaval urbano. De pronto, miles de visitantes podían tocar, probar, jugar y hasta crear su propia versión de las Adidas Superstar. El recorrido parecía diseñado por un director de cine: una pared para elegir la talla y sentir el ajuste, una zona de juegos de baloncesto, vitrinas de ropa y espejos que reflejaban la estética impecable del negro y el blanco.
Los detalles sorprendían a cada paso: máquinas de bolas con el logo trefoil, macarons con el mismo emblema, estaciones de granizados en blanco y negro, y hasta un fotomatón que regalaba impresiones físicas, con un mensaje oculto en una de cada cien: un par gratis de Superstars. ¿Casualidad o estrategia brillante? Probablemente ambas cosas.
“El consumidor ya no quiere un producto quieto en una estantería; exige una historia, una experiencia, un instante que pueda poseer y compartir”, recordaba Kate Hardcastle, analista global de Future Stores. Tenía razón. En un mundo saturado de estímulos, lo que se busca no es tanto un objeto como un recuerdo.
La tecnología como telón de fondo
No se puede ignorar el escenario. Future Stores no es un espacio comercial al uso, sino un laboratorio de emociones. Sus pantallas LED de 360 grados envuelven al visitante en un mar de imágenes que parecen flotar sobre Oxford Street. Cada visual en blanco y negro multiplica el poder del logotipo, como si las paredes mismas respiraran.
Este edificio, inaugurado hace poco, representa una nueva frontera para las marcas. No basta con vender, hay que narrar. Y la narración necesita herramientas: sonido envolvente, gráficos colosales, datos que miden el comportamiento de cada visitante. Una combinación que asusta y fascina a partes iguales.
Entre nostalgia y modernidad
La fuerza de las Adidas Superstar radica precisamente en ese equilibrio. Quien las ve recuerda los días en que Run-D.M.C. las convirtió en himno, pero también percibe el guiño contemporáneo de la personalización, el marketing inmersivo y el glamour de un evento VIP en pleno corazón de Londres. Es un puente entre lo que fuimos y lo que somos, un recordatorio de que la moda no muere, se transforma.
Un proverbio árabe afirma: “El pasado es un prólogo”. Eso parece decir Adidas con esta apuesta: el mito sigue vivo, pero solo pervive porque se atreve a cambiar de piel.
Un espectáculo que plantea preguntas
Al salir del evento, con los ojos todavía deslumbrados por tanto contraste, surge inevitable la pregunta: ¿qué convierte a una zapatilla en icono? ¿Es su diseño, su historia, la cultura que la adopta o la capacidad de reinventarse una y otra vez? Quizá sea una mezcla imposible de separar, como el negro y el blanco que dominaron cada rincón del Future Store.
Lo cierto es que, por unos días, Oxford Street no fue una calle comercial más, sino un escenario de teatro urbano donde la moda se vivió como experiencia total. Y uno se queda con la sensación de que estas zapatillas, que ya llevan medio siglo en pie, todavía tienen cuerda para rato.
¿Será que en el futuro recordaremos este relanzamiento como un simple evento publicitario o como el momento en que las Adidas Superstar se aseguraron un lugar eterno en la cultura?