El Mercer Raceabout fue la máquina que desafió su tiempo

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Mercer Raceabout la máquina que desafió su tiempo

¿Cómo un deportivo vintage cambió el futuro del automovilismo?

El Mercer Raceabout no era un coche común, ni siquiera para los estándares de su tiempo. Era una bala con ruedas, un puro ejercicio de velocidad sin concesiones, una bestia mecánica sin puertas, sin parabrisas, sin capota… y sin miedo. En plena Era del Bronce del automóvil, cuando los coches aún eran poco más que carruajes motorizados, este deportivo demostró que la ingeniería no tenía que estar reñida con la emoción. Y, como todo lo bueno en la historia del motor, nació de una mezcla de talento, tragedia y un poco de locura.

Hoy, más de un siglo después, el Mercer sigue fascinando. No solo por su velocidad —que para la época era sencillamente demencial— sino porque su historia está entrelazada con episodios tan inesperados como el hundimiento del Titanic, la evolución de los coches deportivos clásicos y, sorprendentemente, los combustibles sintéticos del futuro. Sí, porque si alguien cree que la historia del automóvil solo avanza hacia adelante, es porque aún no ha entendido que el pasado nunca deja de dar sorpresas.

Un coche sin frenos (casi) que dominó las pistas

Imagínate esto: un coche de 1911 capaz de alcanzar 120 km/h, con solo frenos traseros y sin la más mínima protección para el conductor. No solo eso, era una máquina tan bien equilibrada que podía girar en curvas cerradas sin perder estabilidad, una característica impensable en otros coches de su época. ¿Cómo lo lograron? Simplicidad, peso ligero y un diseño absolutamente adelantado a su tiempo.

El Mercer Type 35 Raceabout fue una obra maestra de la ingeniería, con un motor de cuatro cilindros en línea y 4.8 litros que generaba 55 caballos de fuerza. Puede que esas cifras no parezcan impresionantes hoy, pero en su época era una barbaridad. Para ponerlo en perspectiva, los automóviles convencionales apenas superaban los 20 CV y tenían una conducción mucho más torpe.

Este coche no solo brilló en la carretera, sino también en la pista. Ganó cinco de las seis carreras en las que participó en 1911, con pilotos que se jugaban literalmente la vida en cada curva. En una época en la que los cinturones de seguridad ni siquiera existían, el Mercer convirtió a sus conductores en auténticos acróbatas del asfalto.

«Un coche que no necesitaba accesorios inútiles, porque su único propósito era la velocidad.»

El Mercer Raceabout y el Titanic: destinos entrelazados

Uno de los personajes clave en la historia del Mercer Raceabout fue Washington Roebling, sobrino del famoso ingeniero John Roebling (sí, el que diseñó el puente de Brooklyn). Washington fue uno de los responsables del desarrollo del Raceabout y tenía una misión clara: llevar la marca Mercer a Europa.

Sin embargo, su historia terminó de manera trágica. En 1912, abordó un lujoso transatlántico para regresar a EE.UU. tras su viaje de negocios. Ese barco era el RMS Titanic. Cuando el coloso se hundió en las gélidas aguas del Atlántico, con él se fue uno de los grandes visionarios del automovilismo estadounidense.

¿Qué habría sido de Mercer si Roebling hubiera regresado con vida? La pregunta sigue en el aire. Sin su liderazgo, la empresa perdió rumbo y, pocos años después, desapareció para siempre. Pero su legado quedó marcado en la historia.

«El Mercer y el Titanic fueron símbolos de su tiempo: máquinas perfectas destinadas a un destino incierto.»

La Era del Bronce del automóvil: cuando todo era posible

El Mercer Raceabout nació en un periodo fascinante, la llamada Era del Bronce del automóvil. Un momento en la historia en el que la mecánica estaba en plena experimentación, entre motores eléctricos, de vapor y de combustión interna. Había coches con tres ruedas, con volantes de bicicleta y con palancas que parecían sacadas de un tren de vapor. No había reglas establecidas, y eso hacía que los avances fueran descomunales.

Mientras Henry Ford revolucionaba el mundo con su Modelo T, accesible para las masas, Mercer apostó por todo lo contrario: un deportivo puro, pensado para los pocos que se atrevían a domar una máquina sin concesiones. Su diseño minimalista eliminaba todo lo innecesario: no había puertas, ni techo, ni carrocería extra. Solo dos asientos, un motor potente y un chasis afinado para la velocidad.

En aquellos días, la industria del automóvil era un auténtico «Salvaje Oeste» de la ingeniería, donde cualquiera con suficiente dinero y ambición podía fabricar su propio coche. ¿Quién iba a decir que un siglo después, el espíritu del Mercer seguiría resonando en los deportivos modernos?

El legado del Mercer: de la gasolina al combustible sintético

Ahora, más de cien años después, el Mercer Raceabout sigue siendo una referencia. No solo por su historia, sino porque sigue rodando en perfectas condiciones. Phil Hill, el primer campeón estadounidense de Fórmula 1, tuvo uno en su colección personal, y hasta el mismísimo Jay Leno ha hablado maravillas de este coche.

Pero lo más increíble es cómo el Mercer se ha unido, indirectamente, al futuro del automovilismo. En 2021, una empresa llamada Zero Petroleum demostró que se puede fabricar combustible sintético a partir de aire y agua, sin necesidad de extraer petróleo. Y para demostrarlo, eligieron nada menos que un Mercer Type 35-J de 1913 para hacer una prueba en el famoso Museo Petersen.

Este combustible sintético podría ser la clave para que los coches clásicos sigan funcionando sin depender de combustibles fósiles. ¿Podría un coche de 1913 ser la clave para un futuro sin gasolina convencional? La ironía es maravillosa.

Más que un coche, una filosofía

El Mercer Raceabout no solo es un coche deportivo clásico, es una declaración de intenciones. Fue el primer deportivo americano en tomarse en serio la ingeniería y el rendimiento, y aunque su producción fue limitada, su impacto se siente hasta el día de hoy.

El tiempo ha convertido al Mercer en una leyenda, un testamento de lo que era posible cuando la velocidad y la pasión primaban sobre las normas. Porque al final, los verdaderos automóviles no solo se construyen con metal y motores. Se construyen con historias.

¿Será el combustible sintético la clave para que las leyendas sigan vivas? Solo el futuro lo dirá, pero una cosa es segura: el Mercer Raceabout no será olvidado.

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