¿Por qué “Perfiles” de Ramón Zabala sigue dictando tendencia visual?

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¿Por qué “Perfiles” de Ramón Zabala sigue dictando tendencia visual? La fotografía retro-futurista que anticipó el arte post-digital

Estamos en 2025, en algún rincón del mundo donde todavía se imprime sobre lienzo y se digitalizan las sombras. “Perfiles” es una de esas imágenes que no necesitan permiso para alojarse en tu memoria visual. La descubres una vez y, aunque no sepas su nombre, algo en su geometría te persigue. Yo la encontré, como quien tropieza con una reliquia, navegando por ArteInformado, y desde entonces no dejo de pensar en ella.

“Perfiles” no es solo una foto, es un umbral. El autor, Ramón Zabala, no busca documentar: encuadra como si dirigiera un plano secuencia en la mente del espectador. Y justo ahí radica su potencia. Su fuerza no está en lo que muestra, sino en lo que sugiere.

“El perfil también es máscara, y la máscara no siempre oculta”

Ramón Zabala nace en Madrid, 1975. Un tipo de cámara lenta, de los que ven más en las sombras que en la luz plena. Se autodefine como fotógrafo autodidacta, pero hay algo deliberadamente teatral en cómo construye sus escenas. No estamos ante el clásico flâneur callejero, ni ante el artista de estudio obsesionado con la perfección. Zabala camina entre dos mundos: el asfalto y la tramoya. Lo urbano y lo escénico. El accidente y el ensayo.

Todo arranca en 2010, con una vieja cámara analógica y un viaje iniciático a Nueva York. ¿El resultado? Una conversión. Una epifanía entre rascacielos, taxis amarillos y callejones oscuros donde la sombra dice más que la voz. Desde entonces no ha dejado de perseguir ese claroscuro: lo ha rastreado en Berlín, Miami, Nueva Orleans, Chicago, Barcelona, Córdoba… Siempre bajo la misma consigna: capturar la esencia de lo que ve, no de lo que le muestran.

Y eso es exactamente lo que sucede con “Perfiles”.

El cine se fotografía, la fotografía se actúa

A primera vista, “Perfiles” parece una imagen sencilla. Una escena de estudio, quizá un ensayo para alguna coreografía. Pero en realidad, se trata de una composición triplemente intencionada. La imagen parte de una fotografía física sobre papel, pasa a lienzo y se culmina en entorno digital. Tres soportes que dialogan entre sí como si fuesen actores de reparto en una película de ciencia ficción vintage.

La escena muestra varias figuras (el número exacto es incierto, como debe ser) alineadas de perfil. Como maniquíes conscientes de estar siendo observados. Como clones en pausa. El foco es lateral, recortando con precisión quirúrgica los bordes de cada rostro. El resultado no es solo una simetría visual, sino también conceptual: ¿cuántos somos cuando actuamos en serie? ¿cuánto de uno queda en el reflejo del otro?

“La simetría no siempre es armonía. A veces, es un grito callado”

Hay una conexión directa con el cine mudo, con esos planos de Lang o Méliès que te miran desde otro siglo. Pero aquí, en vez de celuloide hay pixel; en vez de cartón piedra, textura impresa. Y, sin embargo, el alma es la misma: crear espectáculo desde la quietud.

El año en que todo encajó

“Perfiles” nace en 2016. Año clave en la trayectoria de Zabala por varias razones. Primero, porque ese año consolida su serie de retratos urbanos con piezas como “Gentlemen”, “2 Fellows” y “Alteración”. Segundo, porque trabaja como fotógrafo de rodaje en la película Anon de Andrew Niccol. Un thriller sobre vigilancia y anonimato en una sociedad futura. ¿Casualidad? Imposible.

Ese rodaje le afina el ojo. Empieza a entender que dirigir una imagen no es solo disparar, sino también coreografiar. Y entonces lo aplica a su obra personal. Lo que antes era cazado en la calle, ahora es ejecutado en escena. Con foco. Con guión.

Y en paralelo, el mercado del arte abraza una fiebre: la impresión fotográfica sobre lienzo. Una técnica híbrida que hace que el espectador dude: ¿foto o pintura? Justo ahí se instala Zabala. En ese terreno minado donde la clasificación estalla y solo queda lo esencial: mirar.

Tacto, grano, código

El proceso técnico de “Perfiles” es casi alquímico. Se fotografía en digital, se revela en papel baritado, se transfiere a lienzo mediante impresión inkjet y luego se barniza para que la superficie adquiera una textura granulada, como de película antigua. ¿El resultado? Una imagen que huele a emulsión, pero respira en píxeles.

Zabala está en contra de la prisa. Cree en lo lento. En lo táctil. En lo artesanal. Y lo hace visible: cada capa de la imagen es una declaración. El papel capta los blancos. El lienzo los arrastra hacia el pasado. El entorno digital los proyecta hacia el futuro.

Eso que algunos llaman “slow media”, él lo practica sin etiquetas. Sin manifiestos. Solo con técnica y obsesión.

“La imagen no se toma, se construye con paciencia”

Circulación dual: muro y pantalla

“Perfiles” puede colgarse en una galería física o deslizarse en tu feed de Instagram. Lo mismo sirve para contemplar que para compartir. Zabala sabe que el arte no es solo objeto: también es flujo.

En ArteInformado puedes encontrar una veintena de obras suyas, con alta concentración entre 2016 y 2018. A la venta, sí, pero también como rastro. Como constancia de una mirada que muta pero no cede. Y en su perfil de Instagram está la otra cara: la del fotógrafo nómada que capta momentos en blanco y negro y los lanza al viento digital.

De la calle al storyboard

Comparar “Perfiles” con obras anteriores como “Gentlemen” o “Alteración” es ver una evolución clara. Antes, Zabala salía a cazar luces callejeras. Ahora, las diseña. Las dirige. Su ojo sigue siendo el mismo, pero ahora está detrás de la cámara como un director de arte. Esa figura híbrida que el audiovisual actual reclama: alguien que no solo encuadra, sino que propone, imagina, construye escenas.

¿Qué viene después?

“Perfiles” ya es futuro, pero ¿y después? Zabala parece tener algunas pistas. El archivo digital permite tokenizar la imagen como NFT. La impresión puede derivar en tejidos reciclados, fusionando estética vintage con valores duraderos. Y la realidad aumentada abre la puerta a escenas interactivas, donde cada perfil podría hablar, moverse, contarnos su historia.

Imagínalo: escaneas el lienzo y ves una coreografía en bucle, con cada rostro girando lentamente hacia ti, como preguntándote si tú también eres parte del reflejo.

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Origen: Perfiles | Ramón Zabala

“Todo perfil es una posibilidad. Todo espejo, una ficción”

“No hay imagen más fiel que aquella que duda de sí misma”

(Fotoconsejo madrileño, siglo XXI)

“La forma más lenta de viajar al futuro es mirar una foto del pasado”

(Murmullos de laboratorio analógico)

En la frontera entre lo analógico y lo digital, gana la mirada

“Perfiles” no pretende ser viral. No grita. No se explica. Solo está ahí, como una caja negra abierta a quien se atreva a mirar. En su materialidad anacrónica y su simetría calculada, late una advertencia: el arte del mañana no vendrá en formato vertical y comprimido. Vendrá así, como una combinación de gesto, soporte y sospecha.

Y entonces te pregunto:
¿Cuántos perfiles caben en uno solo?
¿Quién dirige la escena cuando nadie está mirando?
¿Puede una imagen ser puente entre memoria y ficción?

La respuesta, quizás, esté en la sombra del próximo disparo.

Originally posted 2025-07-30 00:23:56.

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